lunes, 1 de agosto de 2011

Lágrimas vivas


La dicha suprema

Sed de llorar sin saber
siquiera porqué se llora...
Delicia desgarradora
de entregarse y padecer.



Arrobamiento sombrío
de la noche enamorada,
profundamente llorada
de estrellas y de rocío.

Leopoldo Lugones

sábado, 23 de abril de 2011

De la única verdad de la vida, tu risa en movimiento.

 
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Cuando por fin supe de tí, una hermosa tarde cálida en un espléndido departamento de la calle de Francisco de Garay, no pude imaginar que sería para siempre que recordaría esa sonrisa. Después fue en una casona virreinal de la calle de Venustiano Carranza una tarde agobiante. Te volví a ver cuando entrabas por el portón señorial y extendías tu amplia algarabía por todo el palacio. Luego han seguido vertiginosos días de risa, calor, humedad, desolación y bonanza. Paseamos con tu lebrel blanco por la alameda, hemos disfrutado horas largas en los cines, conocimos de la conversación exquisita sobre muchas mesas con café de por medio.

Después surgió el daguerrotipo y su embeleso y corrimos por las calles buscando aquello digno de esclavizar en una foto. Caminatas por las viejas calles, coincidencias fabulosas, desfiles interminables de hombres guapos frente a nosotros. Y conocí a mi rey. Tu, primero que nadie, supiste de él. Se conocieron después y escucharles reír por las habitaciones del palacio me llenaba de gozo.


Pero los demás no saben que tu me levantaste en mi noche más triste, que me alentaste en mis horas de angustia. Tampoco saben lo que esperamos juntos hasta que te tomaron en volandas y te depositaron en una cama que promete tanta salud como enfermedad por dosis irregulares.

Viajé a mi condado con la incertidumbre de tu paradero, pero un noble amigo tuyo me comunicó infaustas noticias, estás en el umbral. Con el corazón traspasado por dagas crueles me refugié en mi biblioteca y busque el soneto más desolador:

En esta tarde, Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma;
pero, al verte, mis ojos van y vienen
de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.

¿Cómo quejarme de mis pies cansados,
cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
cuando las tuyas están llenas de heridas?

¿Cómo explicarte a ti mi soledad,
cuando en la cruz alzado y solo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor,
cuando tienes rasgado el corazón?

Ahora ya no me acuerdo de nada,
huyeron de mí todas mis dolencias.
El ímpetu del ruego que traía
se me ahoga en la boca pedigüeña.

Y sólo pido no pedirte nada,
estar aquí, junto a tu imagen muerta,
ir aprendiendo que el dolor es sólo
la llave santa de tu santa puerta.
Gabriela Mistral.

Sin embargo ahora este dolorido poema no me deja consolado como antes. El descarnado sentimiento ascético de los seguidores de Jesús ya no es suficiente ni total. Hace poco (¡Ay, como quisiera contártelo al oído!) mi rey me llevó a donde los derviches giran, un templo hermoso, una mezquita acogedora y secreta. Y me inició en el misticismo de las enseñanzas de Rumi. "Reconocer que Allāh está mas cerca de nosotros que nuestra yugular y nuestra propia respiración. Creer es algo muy endeble; saber que somos parte de Allāh y somos parte intrínseca de Él es lo importante..." decía la Sheika.

He recibido noticias mas tristes sobre tu salud, hermano mío. Y en la soledad de mi biblioteca entoné los poemas del profeta Rumi:


Si es posible el metal pulir,
hasta que parezca un espejo,
¿Cuánto es posible pulir,
del corazón el espejo?
Difieren solo en un punto
el corazón y el espejo,
el corazón secretos oculta
ninguno guarda el espejo.

La muerte pone fin a la angustia de la vida.
Y, sin embargo, la vida tiembla ante la muerte...
Así tiembla un corazón ante el amor,
como si sintiera la amenaza de su fin.
Porque allí donde despierta el amor,
muere el Yo, el oscuro déspota.

A través de la eternidad
La Belleza descubre Su forma exquisita
En la soledad de la nada;
coloca un espejo ante Su Rostro
y contempla Su propia belleza.
Él es el conocedor y lo conocido,
el observador y lo observado;
ningún ojo excepto el Suyo
ha observado este Universo.


Despierta al amor, amigo mío. Despierta al calor y la hermosura de la vida dondequiera que sea: en la tierra junto a tus amigos o en el más allá. En cualquier sitio que te encuentres estará mi corazón regocijado por saludarte y por haber podido conocer al gran ser humano que eres.

jueves, 14 de abril de 2011

El milagro y la Sura.



Allah sabe quienes son los que de entre vosotros ponen obstáculos y les dicen a sus hermanos: ¡Venid a nosotros! Y están poco tiempo en combate. Son mezquinos con vosotros; y cuando aparece el miedo los ves que te miran con los ojos dando vueltas como el que está en trance de muerte. Y cuando el miedo se aleja os hieren con sus afiladas lenguas codiciosos de los bienes... Sura de los Coligados.

Algo, supongo, me ha querido comunicar Allah.

miércoles, 21 de julio de 2010

Madrigal con xolozcuintle




Madrigal romàntico

Era un cautivo beso enamorado
de una mano de nieve que tenìa
la apariencia de un lirio desmayado
y el palpitar de un ave en agonìa

...Y sucediò que un dìa
aquella mano suave
de palidez de lirio
de languidez de cirio
de palpitar de ave
se acercò tanto a la prisiòn del beso
que ya no pudo màs el pobre preso
y se escapò; màs con voluble giro
huyò la mano hasta el confìn lejano
y el beso que volaba tras la mano
rompiendo el aire se volviò suspiro.

Luis G. Urbina

jueves, 13 de mayo de 2010

Tres pensamientos peregrinos

I
"Bajo eufemismos como "pacificación", "congregaciones", "repartimiento" y "encomienda" se oculta lo que autores como Friederici y Bitterli han preferido llamar, respectivamente, "política del terror" y "régimen de terror", entendiendo por esto asesinatos en masa, deportaciones igualmente masivas, robo, saqueo, esclavitud y aniquilación cultural..." Víctor Jiménez y Rogelio González, El Ex-Obispado de Oaxaca. Un caso singular en la arquitectura colonial mexicana...


Palacio de la Inquisición, siglo XVIII, Ciudad de México. El escudo del remate reza: "Levántate, Señor, y juzga tu causa".


II
"Las demostraciones patrióticas y las exhortaciones religiosas ayudan a mantener la confianza en la validez de las concepciones socialmente construidas (cf. Berger y Luckmann, 1967). Las concepciones alternativas de la realidad, que amenazan estas creencias, pueden llegar a desquiciar muy especialmente a los autoritarios al poner en evidencia su prejuicio contra otras visiones o concepciones..."
William F. Stone, "Manipulación del terror y autoritarismo"




III
"Como dice Kertesz, en esta coyuntura en donde la verdad y la mentira son consideradas en sentido extramoral, como ya había anunciado Nietzsche, el soldado se convirtió en asesino profesional; el capital, en una gran fábrica equipada con hornos crematorios y destinada a eliminar a los seres humanos; la ley, en reglas de un juego sucio; la libertad universal, en una cárcel de los pueblos, y el sentimiento nacional, en genocidio..."
Josetxo Beriani, "Introducción: Modernidad, barbarie y violencia colectiva"



Paseo de la Reforma, Ciudad de México, enero de 2010.

domingo, 28 de marzo de 2010

Fundado sobre la piedra

 

La incredulidad de Santo Tomás, Sebastián López de Arteaga, siglo XVII, Munal.



Fundado sobre la piedra.


Fundado sobre la piedra,
Sólidamente firme, colocado
En tu amor, me he sentido.

Encontré los cimientos
En ti del corazón; hallé el camino
Para hallar el camino que buscaba,
Y toda tú de puertas claras fuiste,
De luces entrevistas,
De agitadas antorchas en la ciega
Sombra, en las amenazas de la noche.

Pero de pronto -¿dos, o tres, o cuántos
Meses pasaron?- sin saber de dónde
Viene cerrada contra mí una mano,
Viene una mano armada
Contra mí, que se mete
Dentro de mí, me parte, me revienta.
Y el aire se me vuelve
Aire de últimas miradas, estas
Breves miradas son con que me miras.

Y yo remoto apresurado,
Nadador impotente, enfurecido,
La corriente del tiempo,
Para buscar los días como joyas
Que alguna vez miramos como eternos,
Y alumbrarme con ellos, regresarlos,
Dártelos nuevamente, y que tu sientas
Que todo empieza aquí; que este momento
Es el primero; que no me conoces;
Que quieres, todavía, conocerme.

Todo lo que era mío se transforma
En ademán de adiós; todo le grita
A mis oídos sordos
Lo que no quieren escuchar: que nada
Podrá alcanzarte nunca;
Que nunca nada tuvo lazos
Capaces de ligarte.

¿Qué voy a hacer si no me quieres,
Si nada sé mirar, si no comprendo;
Qué voy a hacer conmigo,
Qué voy a hacer, si los hombres no lloran?

Dicen que dando lástima, se logra
Conseguir el amor. Si yo entre lágrimas
Te enseñara que sufro, que me dueles,
Algo, tal vez, podría.
Pero quiero decírtelo:
Yo no voy a llorar ni a lamentarme.
Como nadie sabrá que me has querido,
Nadie sabrá que me dejaste.

Solo tú y yo conoceremos esto:
Que he sido el orgulloso
El amador feliz, correspondido.

El que contigo estuvo
Como si fuera igual que tú. Contigo.
Que he sido, que seré el que amargamente,
Para no traicionarse en tu memoria,
Vio que te ibas, supo que te ibas;
Pero no te pidió como cualquiera.

Y sólo yo sabré que hubiera sido
Cabalmente dichoso
Con cualquier cosa que me dieras;
que era mentira
que te necesitara toda;
que cualquier cosa tuya;
por pequeña que fuera, siendo tuya…
y que, por no tenerla, estoy muriendo.


Rubén Bonifaz Nuño
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sábado, 16 de enero de 2010




Las cinco llagas de Cristo,Fernandez de Otaz, óleo sobre tela, siglo XVIII. Pinacoteca de La Profesa, Ciudad de México.

Al corazón

Tú, corazón, tan débil, ya falto de alegría
tan joven y cansado, sin vida y sin amor;
tú, que agotaste el cáliz de la creencia mía,
despacio, no palpites, mi pobre corazón.

Si huyeron presurosos los tiempos encantados,
llevándose por siempre tu fuerza y tu rigor,
deja que el llanto moje los párpados cansados,
mas no palpites tanto, mi pobre corazón.

Si buscas los ensueños que tu niñez merecieron
tus blancas ilusiones en su primera flor,
la gala que las penas voraces destruyeron,
en balde no te agites, mi pobre corazón.

¿Que quieres? ¿Un sonido que calme tus pesares?
¿La voz a cuyo influjo latías con ardor?
¿Los goces que en tu seno vertían a millares?
¡Despacio, más despacio, mi pobre corazón!

No invoques los recuerdos de tiempos bendecidos,
no evoques la memoria de un sueño bienhechor
si llamas los placeres por nuestro mal perdidos,
en lágrimas se cambian, mi pobre corazón.

Los rayos más templados de triste indiferencia ,
la calma del olvido, la ausencia del dolor,
traerán más gratas horas, calmando tu impaciencia,
y así latirás menos, mi pobre corazón.

Alberto Blest Gana

Dedicado a Sir Reuben...
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