Tres vistas barrocas de Puebla.

Altar mayor del Templo de la Compañía de Jesús de Puebla. Rondando por las calles de la Puebla de los Ángeles tras pasar una breve plaza y un fresco nártex el espíritu se puede ensanchar entre las naves monumentales del templo jesuita. El altar mayor sorprende por la excelente factura neogótica en cantera gris que genera una vista armónica de los doce apóstoles sobre peanas circulares que se prolongan hacia arriba con el remate superior. En este grandioso templo, con una fabulosa y ahora desaparecida decoración barroca, se arrodilló la que pudo ser Santa Catarina de San Juan de Puebla y el Gran Mogol. La China poblana.


La fachada se resuelve con trabajos espléndidos en argamasa, típicos de la zona y que alcanzan aquí un gran nivel de refinamiento.
Los remates pinaculares, el monograma de la Compañía y la verticalidad de las torres dan esbeltez y presencia al edificio.
El interior del colegio jesuita, ahora una de las sedes de la BUAP, resguardó la espléndida decoración en la techumbre del antiguo salón de Actos académicos. Todavía se admira parte del edificio y el templo un tanto alterados.


Ciprés de la Capilla del Rosario del templo de la orden de Santo Domingo en Puebla. Octava Maravilla como declararon quienes la vieron por primera vez, y los que la siguen visitando. Es el axis mundi del cosmos mariano, la columna vertebral del mensaje iconográfico cifrado en la decoración en argamasa policromada y dorada y en los gigantescos óleos de los muros y crucero. María y Santo Domingo, of course, con la guía de las potencias del alma, las virtudes cardinales y teologales, la sumisión total al designio divino y la ascética en un mundo hecho de milagros y santos intercesores, indican al arrodillado en posición idolatriz el camino para llegar a la gloria que anuncian los oros y las nubes que vienen de muy arriba.